Seguramente te habrás preguntado al menos una vez por qué tu hijo no contesta en tu idioma si te entiendes perfectamente. Esta semana, en el blog de ARS, se aborda esta delicada temática. En muchas familias bilingües surge la misma preocupación: el niño comprende por completo el idioma minoritario que habla mamá o papá, pero responde siempre en el idioma mayoritario. Este fenómeno es muy frecuente y tiene explicación en la dinámica familiar, social y emocional del niño.
El idioma mayoritario domina en el entorno escolar y social
Como se había mencionado en el artículo previo acerca de los niños bilingües, se considera mayoritario aquel idioma que predomina en el entorno del niño, ya sea en el ámbito escolar, social, etc. Es decir, cuando el niño vive en un país donde se habla español (o cualquier otro idioma mayoritario), es natural que lo use con mayor frecuencia,, ya que lo asocia con el colegio, los amigos y la vida diaria. El idioma minoritario (el alemán, en el caso del otro progenitor) queda relegado a un ámbito más íntimo, aunque lo entiende perfectamente.
Factores emocionales: ¿qué idioma asocia con cada progenitor?
El vínculo afectivo es clave en el aprendizaje. Tu hijo puede asociar un idioma con cercanía y otro con esfuerzo. Por ejemplo, hablar español con mamá puede parecer más “natural” porque todos a su alrededor lo usan. En cambio, responder en alemán al papá requiere un esfuerzo extra, y es normal que en ocasiones lo evite.
Entender no significa producir
Muchos niños bilingües desarrollan primero la comprensión pasiva del idioma minoritario: escuchan, entienden y procesan, pero no lo usan de manera activa. Responder en el idioma mayoritario suele ser más fácil y cómodo para ellos. Aquí es donde surgen las dudas de muchos padres: ¿cómo desbloquear estas competencias?, ¿cómo motivarlo a compartir más de su segunda cultura? A continuación, encontrarás algunas estrategias sencillas y prácticas que te podrán ayudar en este proceso.
Estrategias para motivar la respuesta en el idioma minoritario
Constancia: mantener la regla de “un padre, un idioma” sin ceder.
Juegos y rutinas: crear momentos exclusivos en el idioma minoritario (lectura, canciones, películas).
Dar tiempo: no forzar al niño, pero animarle suavemente a responder.
Refuerzo positivo: celebrar cada respuesta en el idioma minoritario.
En conclusión, que tu hijo no responda en el idioma minoritario no significa un fracaso. La paciencia es tu mejor aliada para lograr una integración lingüística familiar efectiva. Con el tiempo, la exposición constante y la motivación emocional harán que también lo incorpore a su producción activa. Pon en práctica estos 5 juegos para toda la familia para convertir el aprendizaje en algo divertido o reserva a una sesión gratuita para diseñar rutinas adaptadas a las necesidades de tu hogar.